¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres!
¡Palomas son tus ojos tras el velo!
Tus cabellos, como un rebaño de cabras, que desciende por la
sierra de Galaad.
Tus dientes, cual rebaño de ovejas trasquiladas, que suben
del baño; todas ellas gemelas, ninguna solitaria.
Tus labios, cinta escarlata, y tu habla, fascinante.
Dos cortes de granada, tus mejillas tras el velo.
Tu cuello, cual la torre de David, edificada con sillares:
mil escudos penden de ella, todos escudos de valientes.
Tus pechos, dos crías mellizas de gacela que pacen entre
rosas.
6 Hasta que surja el día y huyan las tinieblas, me voy al
monte de la mirra, a la colina del incienso.
¡Toda hermosa, amada mía,
no hay defecto en ti!
Cantar de los Cantares, 4:1-7.
La ilustración es de un autor ya solo valorado en pequeños
círculos artísticos, Laszlo Barta (1902-1961).
La traducción de la Biblia es de Luis Schökel, un excelente
traductor.
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